jueves, 7 de agosto de 2008

La cuenta por favor.


Si me pidieran describir este momento, cosa que dudo, pero igual lo voy a describir porque me da lo mismo que lo pidan o no, diría que resulta entretenido a la vista, tenemos bastante para ver, hay olas con su constante ir y venir, cielo con unas cuantas nubes que forman graciosas figuras, unos cuantos botes que motivados por las ondas no cesan de subir y bajar, otros tantos barcos que al parecer no hacen nada, es casi como si no estuvieran, pero de que están están, unas pocas gaviotas, demasiado pocas para estar hablando de la costa, pero, siempre salen con alguna gracia, aquí los reyes son los pelícanos, bastantes pelícanos, reyes que disfrutan de sus manjares, cajas de vinos vacías, cabezas de pescado (lo que trae otros recuerdos a mi cabeza), vasos de plumavit, conchas de algún marisco que no logro identificar…
Todo mientras espero a que lleguen mis empanadas de marisco y mi clásica Sprite.
Ah, también están las rocas, estas más que tener gracias son desgraciadas, o sea, sin gracia, quizás algo rescatable de las rocas es su capacidad de mantenerse impávidas ante el constate azotar de las olas, quizás esto es parte de su desgracia, quizás ellas preferirían estar jugando, nadando, chapoteando, o quizás simplemente son rocas.
Llega mi Sprite y al rato mis empanadas.
Las empanadas también tienen su gracia, están calientes, están jugosas y tienen un aroma bastante agradable… cualquiera diría que es un sueño erótico… pero no, solo es comida.
Mientras como la primera, aparece frente a mis ojos una escena macabra, un pelicano muerto arrastrado por las olas, tal vez no está muerto, tal vez sólo está inconciente, o está jugando a aguantar la respiración bajo el agua… intento hacerle señas a sus compañeros de vuelo, pero paso desapercibido, al parecer están demasiado ocupados degustando su manjares. Después de un rato llego a la conclusión de que efectivamente está muerto, el pelícano.
Yo sigo comiendo mi empanada, resulta que no soy escrupuloso y el pelícano muerto causa en mi el algo similar a lo que deben causar esas insistentes olas en las rocas.
Comienzo a barajar distintas hipótesis con respecto al trágico desenlace en la vida de mencionado palmípedo, ¿causas naturales?, ¿accidente aéreo?, ¿ajuste de cuentas?, ¿asesinato?... En esta última me detengo, aquellas gaviotas me parecen muy sospechosas, se mantienen cerca de la escena sin inmutarse, casi como las rocas frente a las olas, tal vez ya están hartas del dominio de los pelícanos y quieren tomarse el poder…
Esperen, acaban de aparecer en escena los Lobos marinos, “lobos” no se por qué, no tienen ninguna pinta de lobo, los que le pusieron ese nombre de seguro tuvieron una crisis de creatividad, ellos también, los lobos no los creativos, nadan pesadamente cerca de la escena.
Y ya voy en la mitad de la segunda empanada.
Momento, a sus “amigos”, o por lo menos colegas de especie, no parece afectarle su muerte, casi como a las gaviotas… quizás están acostumbrados a este tipo de “eventos”, ¿rencillas internas por el poder?... parece que han notado mi presencia observadora… mejor me voy, en el sentido físico, no quiero convertirme en un cuerpo que choca, movido por las constantes olas, contra aquellas rocas impávidas.

- La cuenta por favor.