viernes, 18 de septiembre de 2009

Al campeón no se le puede obligar

Se desdibuja el humo del cigarrillo, mientras lo empujo entre mis labios, hacia la fría calle, en compañía del resplandor de la noche, sin luna, puto alumbrado eléctrico . mis botas resuenan en el húmedo pavimento.

- comparito, una moneita.
- Cero dinero.
- Una pitiaita
- No fumo
- ¿Y ese cigarro?
- Es medicinal.

Pongo música y cabeceo al ritmo de los platillos, ¿Cuánto años cabeceando?
Muchos, pero nunca demasiados.

La gente va quedando atrás en slowmotion, sus rostros desfigurados no consigo distinguir, solo se que me miran, ojos que me miran y que dan vueltas en circulo por todo el lugar, siempre mirando.
Levanto la vista al cielo, esta estrellado creo, pero solo son luces que se mueven de un lado a otro a distinta velocidad, pero se mueven.
- Putas!, no se muevan, los muertos no se mueven!!!
- Borracho, dice la señora
- Mendigo, dice el señor
- Grosero, dice la dama tapando los oidos a sus hijos.

Siempre lo mismo donde voy, una mala cara, un mal comentario por ser como soy, será por que soy negro..OH señor mi Dios, soy tan buen cristiano como cualquier otro, temeroso de la palabra del señor, tanto así que a misa no puedo entrar, prefiero seguir en cama cobijado en mi temor de seda…mas bien, mis roñosas telas ásperas.

Me siento en una banca de la Guarello, en frente de donde solía estudiar, enciendo otro cigarrillo y boto el aire rápidamente, estiro las piernas y los brazos al mismo tiempo, nadie pasa ya por las calles a estas horas, pero se acerca una silueta, abro un poco mas los ojos, pero no distingo ver bien, solo oigo:

- comparito una pitiaita…
- que mierda pasa, enciendo un cigarro y llegan como moscas a la mierda todos los putos que no se pueden costear sus vicios…no culiao, ándate.
- Ándate a la chucha, cagao de mierda.

Sigo fumando, fumo y fumo y mis asmáticos pulmones comienzan a sentir el peso de tanto cigarro…que manera de desperdiciar la vida, nacer, crecer y morir, un ciclo acelerado como una montaña rusa en picada, siempre hacia abajo, caer y caer.

Sacudo la cabeza para desperezarme, pero no hay sacudida que puede hacerme reaccionar, excepto la sacudida cuando meas, esa sacudida es la reponedora, si tan solo tuviera ganas de mear, pero al campeón no se le puede obligar.