Subirse al metro, verla pasar con todas sus formas convexas,
cóncavas y planas y pensar: “ ctm” (la frustración del que sabe que nunca
alcanzará semejante mujer).
Bajarse del metro para el cambio de tren, abrir un jugo
darlos dos sorbos, guardarlo en la mochila, se cae y abre… se derrama.
Querer hacerse el huevon, la vieja del al lado lo nota y
exclama: “avise a la señora de verde, ve que se puede caer alguien”, dicho sea
de paso, nadie le pregunta.
Ir donde la señora de verde, explicarle que todas las
mañanas me jabono las manos, pero nunca me enjuago. Pasa el tren todos se bajan, nadie se cae, me
pierdo el tren y pensar: "ctm".
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